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Historia de la porcelana

De las dinastías chinas a las cortes europeas

La porcelana es un material cerámico que se originó en China durante la dinastía Tang (618-907 d.C.), y alcanzó su máxima perfección durante la dinastía Song (960-1279 d.C.). Su descubrimiento se debió a la mezcla de caolín, un tipo de arcilla blanca, y feldespato, que al ser cocidos a altas temperaturas producían un material duro, translúcido y de gran belleza. Fue altamente valorada no solo en China, sino que se convirtió en un símbolo de lujo y poder en otras civilizaciones, como en Europa, donde durante siglos intentaron imitarla sin éxito. 

El impacto de la porcelana en diversas culturas fue notable. En Asia, la porcelana china se exportaba a través de la Ruta de la Seda y era altamente apreciada en lugares como Persia y el Imperio Otomano. En Europa, la porcelana llegó en el siglo XVI gracias a comerciantes portugueses y pronto se convirtió en un símbolo de estatus. 

 

La porcelana en Europa

En la corte francesa del siglo XVIII, el rey Luis XIV coleccionaba piezas de porcelana, y la famosa fábrica de porcelana de Sèvres fue fundada bajo su patrocinio. Otra porcelana europea de renombre es la de Limoges, hasta el día de hoy, su nombre es sinónimo de porcelana de alta calidad. Fue tal la fascinación por este material que en 1709, en Alemania, el alquimista Johann Friedrich Böttger descubrió el método para fabricar porcelana europea en Meissen. 

La porcelana de Sèvres, Limoges y Meissen no solo definió el gusto de las cortes reales, sino que también ayudó a posicionar a Europa como un competidor global en la fabricación de porcelana.

 

El "oro blanco"

Debido a su alto valor comercial, la porcelana en China se llegó a conocer como "oro blanco". En Europa, la porcelana china era tan preciada que algunas piezas llegaron a costar más que el oro mismo. En Japón, la porcelana de Arita fue especialmente famosa y adquirió gran relevancia en la ceremonia del té, donde se valoraban las piezas artesanales con un delicado equilibrio entre la forma y la función.

La porcelana ha influido no solo en la cultura y el comercio, sino también en el arte y la tecnología. El proceso de fabricación de porcelana marcó un hito en el desarrollo de la ciencia cerámica, y sus propiedades —resistencia, ligereza, belleza— siguen siendo admiradas en la actualidad. Además, el intercambio de porcelana entre continentes no solo contribuyó al comercio, sino que también fomentó el diálogo entre civilizaciones, convirtiéndose en un objeto cultural con un impacto global.

 

Compartimos el valor y la autenticidad de las piezas únicas, la importancia y el cuidado de los oficios. La tradición, la calidad y la elegancia en el arte de poner la mesa.

«Molière en la mesa de Luis XIV», 1857 de Jean Auguste Dominique (1780-1867). Encontrado en la Colección de la Comédie Française, París.

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Dibujo de pedestal antiguo en pluma y lápiz sobre papel Canson, de Francisco Solé y Fuencisla del Amo

Dibujo de sopera antigua lápiz, de Francisco Solé y Fuencisla del Amo

Tazas de porcelana de la colección Base, a la venta en Villa Las Perelli

Vajilla antigua de porcelana de Limoges, a la venta en Villa Las perelli

«Banquete Nocturno de Han Xizai», Gu Hongzhong. Museo del Palacio Imperial de Beijing

Thanksgiving

Thanksgiving

Origen y tradición del día de Acción de Gracias

Thanksgiving es una de las celebraciones más importantes del año en Estados Unidos. Un día especial en que familia y amigos se reúnen alrededor de la mesa para celebrar la gratitud. El origen de Thanksgiving se remonta al año 1621, cuando los colonos ingleses y la tribu Wampanoag celebraron un banquete como muestra de agradecimiento por la cosecha del otoño. El primer año en el “Nuevo Mundo” había sido duro y la ayuda de los indígenas fue fundamental, ya que estos les enseñaron técnicas de cultivo y caza. La fiesta duró tres días consecutivos y se celebró en Plymouth (lo que hoy es Massachussets). A partir de entonces, se celebraron fiestas de acción de gracias en las diferentes comunidades a lo largo de los años. En el siglo XIX, durante la Guerra de Secesión, el presidente republicano Abraham Lincoln decidió declarar en 1863 el Día de Acción de Gracias como un festivo nacional, celebrándose a partir de entonces, el último jueves de noviembre. En 1939, como el último jueves de mes era día 30, el presidente Franklin D. Roosevelt quiso adelantar la celebración de Thanksgiving al penúltimo jueves de noviembre con la intención de añadir una semana más de compras navideñas y dar un impulso a la economía. Esto causó un gran revuelo y los ciudadanos protestaron llamándolo "Franksgiving". Sin embargo, este cambio sólo estuvo vigente dos años hasta que en 1941 se aprobó en el congreso la vuelta de la festividad al cuarto jueves de noviembre. El plato tradicional en las comidas de Thanksgiving es el pavo con puré de patatas y salsa de arándanos. Aunque no se ha demostrado a ciencia cierta que en el banquete de 1621 se comiera pavo, se dice que se eligió este alimento por su mayor tamaño frente a las gallinas, los patos y los gansos, ideal para servir en una comida de muchas personas.    Compartimos la belleza de los momentos alrededor de la mesa, la forma de convertir cada comida en un momento especial, el cariño en los pequeños detalles.

El kipferl austríaco, Maria Antonieta y el croissant francés

El kipferl austríaco, Maria Antonieta y el croissant francés

Algunas leyendas sobre su origen

Se dice que el kipferl austríaco podría ser el abuelo del croissant debido a su forma similar de media luna. Un debate defendido por diferentes historias y leyendas que, las creamos o no, aportan un toque curioso y animado a la historia de estos dulces.El supuesto origen del kipferl austríaco se remonta al siglo XVII. Cuentan que el imperio otomano con la intención de invadir Viena comenzó a cavar un pasadizo que le permitiese entrar a la ciudad por debajo de la muralla. Cavaban por las noches mientras los vieneses dormían, sin ser conscientes de que los panaderos, que trabajan de noche, oyeron los ruidos. Estos alertaron a las autoridades evitando la invasión y para celebrarlo crearon el kipferl, un pan cuya forma de media luna imita la luna creciente de la bandera otomana del enemigo.El croissant francés, tan mundialmente conocido, se cree que puede estar inspirado en los kipferl austríacos que Maria Antonieta, archiduquesa austriaca y reina consorte de Louis XVI, hacía llevar a Francia en el siglo XVIII para sus desayunos. El empresario austríaco August Zang, inauguró un siglo más tarde en París Boulangerie Viennoise. Al cabo de muy poco tiempo, gracias a él, se hicieron famosos el kipferl y el pain viennois entre la alta sociedad. Zang en realidad modificó la receta original elaborando una masa mucho más escamosa, y así inició la primera versión de los actuales croissant franceses. Compartimos la curiosidad por conocer el pasado, las costumbres y tradiciones. La manera de profundizar en la historia y descubrir el origen de las cosas.

Las primeras cuberterías de acero inoxidable

Las primeras cuberterías de acero inoxidable

Un material con poco más de 100 años de antigüedad

El origen de las primeras cuberterías de acero inoxidable se remonta a principios del siglo XX. Antes de su invención, los utensilios de mesa solían fabricarse con metales como la plata, el hierro o el acero común, que eran propensos a la corrosión y requerían cuidados especiales para evitar manchas y óxido. Fue en 1913 cuando el metalista británico Harry Brearley consiguió una aleación de cromo con acero al carbono que no perdía el brillo y no se oxidaba, permaneciendo siempre igual. Un siglo antes, ya se hicieron experimentos con diferentes aleaciones, con el objetivo de lograr un material resistente al oxido. La primera marca en comercializar cuberterías de acero inoxidable fue Firth-Vickers, una empresa británica con sede en Sheffield, Inglaterra. De hecho, Brearley trabajaba en una de las filiales de la compañía. Tras su descubrimiento, Firth-Vickers fue pionera en reconocer el potencial del acero inoxidable para la producción de utensilios de cocina y cubertería, debido a su resistencia a la corrosión y bajo mantenimiento. Empezaron a desarrollar y comercializar cubiertos hechos de este material en los años 1910 y 1920 Sheffield continuó consolidándose como un centro de producción de cuberterías de acero inoxidable, exportando piezas a todo el mundo y sentando las bases para su uso extendido en la vida cotidiana.  El acero inoxidable revolucionó la industria de los utensilios de cocina y las cuberterías, ya que ofrecía durabilidad, fácil limpieza y un acabado brillante. Las primeras cuberterías fabricadas con este material aparecieron poco después, ganando popularidad rápidamente por sus propiedades higiénicas y su bajo mantenimiento.  Hasta principios del siglo XX todos los cubiertos de metal se oxidaban. Suponía una tarea muy pesada para las personas que se ocupaban de mantenerlos limpios y brillantes, hasta el punto de advertirlo en el momento de su contratación; llegando a indicar en su carta de presentación "doing no cutlery".   Aunque el acero inoxidable se volvió la opción preferida para el uso diario debido a su durabilidad, bajo mantenimiento y precio accesible, la cubertería de plata y otras aleaciones plateadas continuaron siendo símbolos de lujo, sofisticación y tradición. Las cuberterías de plata, ya sea de plata maciza o de metal plateado, se asocian con eventos formales, celebraciones y ocasiones especiales. Su brillo distintivo, peso y estética elegante han mantenido su popularidad en ambientes de alto nivel, como en hoteles de lujo, restaurantes de alta gama y en colecciones familiares que pasan de generación en generación. Varias marcas continuaron siendo referentes en la producción y comercialización de cuberterías de plata, destacándose por su calidad, historia y prestigio. Actualmente, en Europa, destacan la orfebrería francesa Christofle, fundada en 1830, cuyas cuberterías de plata y plateadas siguen siendo símbolo de sofisticación en mesas de todo el mundo; y Puiforcat, fundada en 1820 por Emile Puiforcat, una casa que es sinónimo de elegancia y excelencia en la orfebrería.

El bollo Suizo

El bollo Suizo

Un dulce madrileño "de toda la vida"

El bollo Suizo es un clásico de la repostería madrileña que data del siglo XIX. A pesar de su nombre, no tiene un origen suizo, sino que es una creación española, concretamente de Madrid. Su denominación se debe a la Confitería Suiza, un establecimiento muy popular en la capital española durante esa época. Inaugurada en 1845, esta confitería estaba situada en el número 6 de la Puerta del Sol se hizo famosa por la elaboración de este bollo. Con el tiempo, el Suizo se convirtió en uno de los productos más populares de las pastelerías madrileñas, llegando a formar parte del desayuno o merienda tradicional de muchas familias.  Detrás de la Confitería Suiza estaba una familia de origen suizo, los Fundérich, que decidieron instalarse en Madrid y abrir su negocio de repostería. El apellido Fundérich ha quedado asociado al prestigio del establecimiento, que no solo ofrecía repostería, sino también chocolates y dulces que traían influencias europeas, algo que en esa época era muy apreciado por la alta sociedad madrileña. La confitería fue un punto de encuentro social importante en Madrid. Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, era frecuentada por intelectuales, políticos y personas de la alta sociedad que iban allí no solo a disfrutar de sus dulces, sino también a participar en tertulias y conversaciones en un ambiente elegante. En uno de los veladores, junto a las puertas de la repostería, solía sentarse Gustavo Adolfo Bécquer, quien asistió a este café hasta el final de su vida. El legado de la Confitería Suiza perduró durante décadas, y aunque el establecimiento original cerró sus puertas a mediados del siglo XX, dejó una huella indeleble en la tradición repostera madrileña.