‘The art of the table’

Historias, anécdotas y curiosidades para aprender/entender/profundizar la evolución de la mesa, la cocina y el protocolo. Desde el origen de los primeros cubiertos hasta los cócteles favoritos de Hemingway.

UN BLOG DE

Nuestra forma de trabajar siempre comienza con el estudio de la historia. Profundizamos en el pasado para aprender de las costumbres antiguas y las reinterpretamos para adaptarlas al estilo de vida contemporáneo. Elegancia y confort caracterizan nuestra forma de entender el arte de la mesa.

Antigua Roma, Felipe V y el roscón de Reyes

Antigua Roma, Felipe V y el roscón de Reyes

Origen del dulce navideño español de la Epifanía

El Roscón de Reyes es una tradición gastronómica española de este período del año. Es costumbre, que en todas las casas se tome Roscón el 6 de enero, día en que se celebra la adoración de Jesús por los Reyes Magos de Oriente.  El origen de esta tradición se sitúa en Las Saturnales romanas, fiestas que se celebraban en la Antigua Roma en honor a Saturno, Dios de las agricultura, con motivo de la entrada del solsticio de invierno que traía días más largos y el fin de la siembra invernal que permitía descansar a los esclavos durante unos días. Se ofrecía un banquete público y los ciudadanos romanos intercambiaban regalos. Cada año, se elaboraba una torta de forma redonda con higos, dátiles y miel en la que se escondía un haba, símbolo de prosperidad, que otrogaba el título de «Rey de Reyes» al esclavo que le tocase, permitiéndole ser libre durante Las Saturnales.  En el siglo IV, cuando el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio, estas fiestas se van sustituyendo por las celebraciones cristianas. La tradición fue perdiendo importancia salvo en Francia, donde se celebraba el Roi de Fave (Rey del haba). Para celebrar la Epifanía, cada pueblo regalaba un bollo dulce a los niños más pobres y quien encontrase el haba recibía regalos y privilegios. En el siglo XVIII, Louis XV incluyó una moneda de oro que hizo que nadie quisiese el haba, y que encontrarla ya no fuese un premio. Fue Felipe V quien introdujo esta tradición en España manteniendo la dualidad entre premio y castigo. Más tarde la moneda se sustituyó por una figurita y  la persona que encontrase el haba tenía que pagar el roscón. Compartimos la puesta en valor de la tradición. La belleza de las costumbres hacen disfrutar alrededor de la mesa.

Maison Christofle

Maison Christofle

Un savoir-faire que perdura

En 1830 el joyero Charles Christofle, siguiendo el oficio familiar especializado en los metales preciosos, fundó la maison que hoy en día mantiene su nombre. Dos años más tarde, registró su sello de orfebre en la Oficina de Garantía de París para la fabricación de piezas de oro. Más tarde, en el año 1842, compró las patentes del chapado electrolítico en plata y oro al francés Henri de Ruolz, centrando su negocio en la fabricación de piezas de metal plateado.  La maison Christofle obtuvo un gran reconocimiento nacional e internacional al convertise en "proveedora del Emperador". En 1852, Napoleón III encargó la platería para las recepciones en el Palacio de Las Tullerías. Un servicio para una mesa de 50 metros de largo que se componía de 4.000 piezas y un "surtout", una pieza central muy común en la época que incluía esculturas, salero, pimentero, candelabro, jarrón, etc. Este fue diseñado por el reconocido escultor François Gilbert, se componía de 121 piezas y medía 3 metros de largo. Las piezas se quemaron en el incendio del palacio en 1871. Sin embargo, algunas se rescataron de entre las cenizas y se exponen hoy en el Museo de las Artes Decorativas de París.  Una década más tarde, en 1862, el emperador nombra a Charles Christofle, Oficial de la Legión de Honor después de que la casa obtuviese una medalla en la Exposición Universal de Londres.  Tras la muerte del fundador en 1863, le suceden su hijo Paul, y su sobrino Henri Bouilhet, quienes mantienen el espíritu y los principios de Christofle. La maison continúa aumentando su éxito y recibiendo importantes encargos, como las piezas plateadas para el hotel Ritz de París, el Orient Express o el Concorde. A lo largo de los años, Maison Christofle se ha adaptado a las diferentes necesidades y tendencias de la sociedad. A día de hoy, sigue innovando y revolucionando el arte de la orfebrería.   Contrastes de la Maison Christofle Las piezas de la Maison Christofle llevan al menos dos contrastes: la marca del orfebre y el sello de calidad.  - La marca del orfebre de la casa está representado por una balanza con las iniciales “OC” (Orfèvrerie Christofle). - El sello de calidad puede estar representado a través del “poinçon carré”, el contraste oficial francés para el “metal argenté”, o indicando el porcentaje de plata con cada número dentro de un cuadrado. El “poinçon carré” de Christofle incluye un caballo de ajedrez con las iniciales “OC” que identifican la casa, y la indicación de calidad en números romanos: I o II, según las micras de plata de la pieza. Las piezas de Christofle suelen llevar un tercer contraste con la inscripción “CHRISTOFLE” dentro de un rectángulo, que facilita su identificación. La alta calidad en los baños de plata que aplican a sus piezas hace que estas tengan un valor superior en el mercado de las antigüedades.

Thanksgiving

Thanksgiving

Origen y tradición del día de Acción de Gracias

Thanksgiving es una de las celebraciones más importantes del año en Estados Unidos. Un día especial en que familia y amigos se reúnen alrededor de la mesa para celebrar la gratitud. El origen de Thanksgiving se remonta al año 1621, cuando los colonos ingleses y la tribu Wampanoag celebraron un banquete como muestra de agradecimiento por la cosecha del otoño. El primer año en el “Nuevo Mundo” había sido duro y la ayuda de los indígenas fue fundamental, ya que estos les enseñaron técnicas de cultivo y caza. La fiesta duró tres días consecutivos y se celebró en Plymouth (lo que hoy es Massachussets). A partir de entonces, se celebraron fiestas de acción de gracias en las diferentes comunidades a lo largo de los años. En el siglo XIX, durante la Guerra de Secesión, el presidente republicano Abraham Lincoln decidió declarar en 1863 el Día de Acción de Gracias como un festivo nacional, celebrándose a partir de entonces, el último jueves de noviembre. En 1939, como el último jueves de mes era día 30, el presidente Franklin D. Roosevelt quiso adelantar la celebración de Thanksgiving al penúltimo jueves de noviembre con la intención de añadir una semana más de compras navideñas y dar un impulso a la economía. Esto causó un gran revuelo y los ciudadanos protestaron llamándolo "Franksgiving". Sin embargo, este cambio sólo estuvo vigente dos años hasta que en 1941 se aprobó en el congreso la vuelta de la festividad al cuarto jueves de noviembre. El plato tradicional en las comidas de Thanksgiving es el pavo con puré de patatas y salsa de arándanos. Aunque no se ha demostrado a ciencia cierta que en el banquete de 1621 se comiera pavo, se dice que se eligió este alimento por su mayor tamaño frente a las gallinas, los patos y los gansos, ideal para servir en una comida de muchas personas.    Compartimos la belleza de los momentos alrededor de la mesa, la forma de convertir cada comida en un momento especial, el cariño en los pequeños detalles.

El kipferl austríaco, Maria Antonieta y el croissant francés

El kipferl austríaco, Maria Antonieta y el croissant francés

Algunas leyendas sobre su origen

Se dice que el kipferl austríaco podría ser el abuelo del croissant debido a su forma similar de media luna. Un debate defendido por diferentes historias y leyendas que, las creamos o no, aportan un toque curioso y animado a la historia de estos dulces.El supuesto origen del kipferl austríaco se remonta al siglo XVII. Cuentan que el imperio otomano con la intención de invadir Viena comenzó a cavar un pasadizo que le permitiese entrar a la ciudad por debajo de la muralla. Cavaban por las noches mientras los vieneses dormían, sin ser conscientes de que los panaderos, que trabajan de noche, oyeron los ruidos. Estos alertaron a las autoridades evitando la invasión y para celebrarlo crearon el kipferl, un pan cuya forma de media luna imita la luna creciente de la bandera otomana del enemigo.El croissant francés, tan mundialmente conocido, se cree que puede estar inspirado en los kipferl austríacos que Maria Antonieta, archiduquesa austriaca y reina consorte de Louis XVI, hacía llevar a Francia en el siglo XVIII para sus desayunos. El empresario austríaco August Zang, inauguró un siglo más tarde en París Boulangerie Viennoise. Al cabo de muy poco tiempo, gracias a él, se hicieron famosos el kipferl y el pain viennois entre la alta sociedad. Zang en realidad modificó la receta original elaborando una masa mucho más escamosa, y así inició la primera versión de los actuales croissant franceses. Compartimos la curiosidad por conocer el pasado, las costumbres y tradiciones. La manera de profundizar en la historia y descubrir el origen de las cosas.

Las primeras cuberterías de acero inoxidable

Las primeras cuberterías de acero inoxidable

Un material con poco más de 100 años de antigüedad

El origen de las primeras cuberterías de acero inoxidable se remonta a principios del siglo XX. Antes de su invención, los utensilios de mesa solían fabricarse con metales como la plata, el hierro o el acero común, que eran propensos a la corrosión y requerían cuidados especiales para evitar manchas y óxido. Fue en 1913 cuando el metalista británico Harry Brearley consiguió una aleación de cromo con acero al carbono que no perdía el brillo y no se oxidaba, permaneciendo siempre igual. Un siglo antes, ya se hicieron experimentos con diferentes aleaciones, con el objetivo de lograr un material resistente al oxido. La primera marca en comercializar cuberterías de acero inoxidable fue Firth-Vickers, una empresa británica con sede en Sheffield, Inglaterra. De hecho, Brearley trabajaba en una de las filiales de la compañía. Tras su descubrimiento, Firth-Vickers fue pionera en reconocer el potencial del acero inoxidable para la producción de utensilios de cocina y cubertería, debido a su resistencia a la corrosión y bajo mantenimiento. Empezaron a desarrollar y comercializar cubiertos hechos de este material en los años 1910 y 1920 Sheffield continuó consolidándose como un centro de producción de cuberterías de acero inoxidable, exportando piezas a todo el mundo y sentando las bases para su uso extendido en la vida cotidiana.  El acero inoxidable revolucionó la industria de los utensilios de cocina y las cuberterías, ya que ofrecía durabilidad, fácil limpieza y un acabado brillante. Las primeras cuberterías fabricadas con este material aparecieron poco después, ganando popularidad rápidamente por sus propiedades higiénicas y su bajo mantenimiento.  Hasta principios del siglo XX todos los cubiertos de metal se oxidaban. Suponía una tarea muy pesada para las personas que se ocupaban de mantenerlos limpios y brillantes, hasta el punto de advertirlo en el momento de su contratación; llegando a indicar en su carta de presentación "doing no cutlery".   Aunque el acero inoxidable se volvió la opción preferida para el uso diario debido a su durabilidad, bajo mantenimiento y precio accesible, la cubertería de plata y otras aleaciones plateadas continuaron siendo símbolos de lujo, sofisticación y tradición. Las cuberterías de plata, ya sea de plata maciza o de metal plateado, se asocian con eventos formales, celebraciones y ocasiones especiales. Su brillo distintivo, peso y estética elegante han mantenido su popularidad en ambientes de alto nivel, como en hoteles de lujo, restaurantes de alta gama y en colecciones familiares que pasan de generación en generación. Varias marcas continuaron siendo referentes en la producción y comercialización de cuberterías de plata, destacándose por su calidad, historia y prestigio. Actualmente, en Europa, destacan la orfebrería francesa Christofle, fundada en 1830, cuyas cuberterías de plata y plateadas siguen siendo símbolo de sofisticación en mesas de todo el mundo; y Puiforcat, fundada en 1820 por Emile Puiforcat, una casa que es sinónimo de elegancia y excelencia en la orfebrería.

El bollo Suizo

El bollo Suizo

Un dulce madrileño "de toda la vida"

El bollo Suizo es un clásico de la repostería madrileña que data del siglo XIX. A pesar de su nombre, no tiene un origen suizo, sino que es una creación española, concretamente de Madrid. Su denominación se debe a la Confitería Suiza, un establecimiento muy popular en la capital española durante esa época. Inaugurada en 1845, esta confitería estaba situada en el número 6 de la Puerta del Sol se hizo famosa por la elaboración de este bollo. Con el tiempo, el Suizo se convirtió en uno de los productos más populares de las pastelerías madrileñas, llegando a formar parte del desayuno o merienda tradicional de muchas familias.  Detrás de la Confitería Suiza estaba una familia de origen suizo, los Fundérich, que decidieron instalarse en Madrid y abrir su negocio de repostería. El apellido Fundérich ha quedado asociado al prestigio del establecimiento, que no solo ofrecía repostería, sino también chocolates y dulces que traían influencias europeas, algo que en esa época era muy apreciado por la alta sociedad madrileña. La confitería fue un punto de encuentro social importante en Madrid. Durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, era frecuentada por intelectuales, políticos y personas de la alta sociedad que iban allí no solo a disfrutar de sus dulces, sino también a participar en tertulias y conversaciones en un ambiente elegante. En uno de los veladores, junto a las puertas de la repostería, solía sentarse Gustavo Adolfo Bécquer, quien asistió a este café hasta el final de su vida. El legado de la Confitería Suiza perduró durante décadas, y aunque el establecimiento original cerró sus puertas a mediados del siglo XX, dejó una huella indeleble en la tradición repostera madrileña. 

La copa de champagne Pompadour

La copa de champagne Pompadour

UN BRINDIS QUE RECUERDA AL PASADO

La copa de champagne Pompadour, tiene un origen cargado de mitología y elegancia. Según una leyenda popular, su forma redonda y baja fue moldeada a partir del busto de Madame de Pompadour, amante del rey Luis XV de Francia, en el siglo XVIII. Aunque esta historia es más un mito que una realidad, ayuda a perpetuar la imagen seductora y sofisticada que siempre ha acompañado a esta copa. Madame de Pompadour era conocida por su amor por el champagne, y su asociación con esta bebida burbujeante ayudó a cimentar la relación entre la aristocracia y el champagne. La verdadera historia detrás de la creación de la copa Pompadour es menos romántica pero igualmente interesante. Esta copa se diseñó originalmente para servir champagne en la corte francesa durante el siglo XVII, mucho antes de que las técnicas modernas de vinificación hicieran populares las burbujas del champagne tal como lo conocemos hoy. En esa época, el champagne era una bebida tranquila, sin efervescencia, y la forma ancha y poco profunda de la copa permitía apreciar mejor los aromas de la bebida. A lo largo del siglo XIX, cuando la producción de champagne con burbujas se perfeccionó, la copa Pompadour se convirtió en un símbolo de elegancia y lujo, presente en las fiestas y celebraciones de la alta sociedad europea. Sin embargo, la amplia superficie de la copa no era ideal para conservar las burbujas, lo que con el tiempo llevó a la creación de la copa flauta, que ayuda a mantener la efervescencia por más tiempo. Aun así, la Pompadour mantuvo su lugar en la historia del champagne, asociada con el estilo y el refinamiento. Hoy en día, la copa Pompadour sigue siendo una elección para tomar champagne para quienes buscan rememorar la elegancia del pasado. Su estética clásica evoca imágenes de fiestas de la Belle Époque, Hollywood dorado y elegantes celebraciones de antaño. Aunque no es la copa más práctica para el champagne actual, sigue siendo un símbolo atemporal de lujo y estilo.

Historia de la porcelana

Historia de la porcelana

De las dinastías chinas a las cortes europeas

La porcelana es un material cerámico que se originó en China durante la dinastía Tang (618-907 d.C.), y alcanzó su máxima perfección durante la dinastía Song (960-1279 d.C.). Su descubrimiento se debió a la mezcla de caolín, un tipo de arcilla blanca, y feldespato, que al ser cocidos a altas temperaturas producían un material duro, translúcido y de gran belleza. Fue altamente valorada no solo en China, sino que se convirtió en un símbolo de lujo y poder en otras civilizaciones, como en Europa, donde durante siglos intentaron imitarla sin éxito.  El impacto de la porcelana en diversas culturas fue notable. En Asia, la porcelana china se exportaba a través de la Ruta de la Seda y era altamente apreciada en lugares como Persia y el Imperio Otomano. En Europa, la porcelana llegó en el siglo XVI gracias a comerciantes portugueses y pronto se convirtió en un símbolo de estatus.    La porcelana en Europa En la corte francesa del siglo XVIII, el rey Luis XIV coleccionaba piezas de porcelana, y la famosa fábrica de porcelana de Sèvres fue fundada bajo su patrocinio. Otra porcelana europea de renombre es la de Limoges, hasta el día de hoy, su nombre es sinónimo de porcelana de alta calidad. Fue tal la fascinación por este material que en 1709, en Alemania, el alquimista Johann Friedrich Böttger descubrió el método para fabricar porcelana europea en Meissen.  La porcelana de Sèvres, Limoges y Meissen no solo definió el gusto de las cortes reales, sino que también ayudó a posicionar a Europa como un competidor global en la fabricación de porcelana.   El "oro blanco" Debido a su alto valor comercial, la porcelana en China se llegó a conocer como "oro blanco". En Europa, la porcelana china era tan preciada que algunas piezas llegaron a costar más que el oro mismo. En Japón, la porcelana de Arita fue especialmente famosa y adquirió gran relevancia en la ceremonia del té, donde se valoraban las piezas artesanales con un delicado equilibrio entre la forma y la función. La porcelana ha influido no solo en la cultura y el comercio, sino también en el arte y la tecnología. El proceso de fabricación de porcelana marcó un hito en el desarrollo de la ciencia cerámica, y sus propiedades —resistencia, ligereza, belleza— siguen siendo admiradas en la actualidad. Además, el intercambio de porcelana entre continentes no solo contribuyó al comercio, sino que también fomentó el diálogo entre civilizaciones, convirtiéndose en un objeto cultural con un impacto global.   Compartimos el valor y la autenticidad de las piezas únicas, la importancia y el cuidado de los oficios. La tradición, la calidad y la elegancia en el arte de poner la mesa.

Los primeros linos de la mesa: cómo los detalles cambiaron la forma de comer

Los primeros linos de la mesa: cómo los detalles cambiaron la forma de comer

Origen y evolución del mantel y la servilleta

El lino blanco se ha convertido en un material indispensable tanto en nuestros proyectos como en la decoración de nuestras mesas. Nos inclinamos por el blanco debido a su capacidad para adaptarse a cualquier entorno, su luminosidad y la sensación de pureza que transmite. Es como un elegante lienzo que resalta la belleza de cada elemento colocado sobre él, destacando tanto la vajilla como los accesorios.   Del mantel a la servilleta Los primeros manteles datan de la época romana, y curiosamente también estaban confeccionados en lino blanco. En aquellos tiempos, los comensales solían sentarse alineados, compartiendo el mantel para limpiarse las manos y la boca, en lo que podría considerarse un primer antecedente de la servilleta moderna.   «La última cena» de Dietric Bouts, 1464-1468. Forma parte de un tríptico de Saint Peter's Church   La servilleta ha evolucionado y adoptado distintas formas y funciones a lo largo del tiempo, vinculándose a la cultura, la etiqueta y la innovación en diferentes civilizaciones. Existen relatos y leyendas que atribuyen su creación a diferentes figuras históricas, lo que ha generado una interesante disputa sobre su verdadero origen.   Se cuenta que durante la Edad Media, en las tabernas, era común colgar un paño de las paredes para que los clientes pudieran limpiarse las manos mientras comían. Sin embargo, fue después de la Revolución Francesa cuando el duque Jaques de Serviliet, al abrir su restaurante, implementó una innovación en la disposición de la mesa: cada comensal recibía sus cubiertos envueltos en una tela, la cual no solo cumplía la función de proteger los utensilios, sino que también se utilizaba para limpiarse durante la comida. Esto marcó un cambio significativo en la etiqueta y en la manera de organizar el espacio en las comidas formales.   Otra de las teorías sobre el origen de la servilleta está relacionada con el genio renacentista Leonardo da Vinci. Durante su tiempo como maestro de ceremonias y organizador de banquetes en la corte de Ludovico Sforza, se cuenta que los invitados tenían conejos atados a sus sillas, que usaban para limpiarse los dedos grasientos. Da Vinci, buscando una solución más elegante, propuso que cada invitado recibiera un paño personal para limpiar sus manos y cuchillos. Escribió: "He ideado que cada comensal tenga su propio paño, que, una vez ensuciado, pueda plegar para evitar ensuciar la mesa y mantener la compostura de la cena". Sin embargo, sus contemporáneos no entendieron la genialidad de esta idea en su momento, y su uso no se popularizó hasta mucho después.   Retrato de Leonardo Da Vinci     La servilleta: etiqueta y refinamiento Una curiosidad menos conocida es que, durante el Renacimiento, las servilletas bordadas con emblemas familiares o iniciales del anfitrión se convirtieron en un símbolo de prestigio entre la nobleza europea. Las familias adineradas competían por exhibir las servilletas más elaboradas y decorativas en banquetes, no solo como un elemento práctico, sino también como una forma de demostrar poder y riqueza. Este detalle añadido al refinamiento de las mesas ayudó a consolidar el uso de la servilleta en entornos formales. Además, durante el reinado de Luis XIV de Francia en el siglo XVII, el monarca impuso estrictas reglas de etiqueta en la corte de Versalles, y una de ellas era el uso adecuado de la servilleta. En los banquetes reales, se esperaba que cada invitado colocara una gran servilleta de lino sobre su regazo durante la comida. Este protocolo contribuyó a la difusión de la servilleta como parte integral del servicio de mesa, afianzándola como un símbolo de refinamiento y elegancia.     «Les buveurs de vin», Jacques Autreau, 1730      Compartimos el cuidado de la mesa y la importancia de los detalles. Cada pequeño esfuerzo, desde el mantel hasta la servilleta, mejora no solo la estética, sino también la experiencia en torno a la comida, creando momentos más significativos y agradables para todos los presentes.

El arte de servir la mesa

El arte de servir la mesa

El servicio a la francesa, a la inglesa, a la rusa y el servicio americano

Durante el reinado de Isabel la Católica, los hombres y mujeres empiezan a compartir la misma mesa para comer. A partir de este momento nace un gran interés por la etiqueta y el protocolo, y "los buenos modales" cobran gran importancia.   Fué Catalina de Médici en el siglo XVI, en Francia, quien introdujo el uso de la "cubertería" en la mesa, refiriéndose al conjunto de cuchillo, tenedor y cuchara. Hasta entonces, sólo era común el uso del cuchillo. En 1642, su hijo Enrique III, elaboró el primer reglamento de normas que se debían seguir en la mesa, como el uso de los diferentes tipos de platos y cubiertos.   A partir de entonces el arte de poner la mesa fue evolucionando a lo largo de los años, y surgieron diferentes maneras de servir la mesa en diferentes lugares del mundo. Actualmente, se pueden distinguir cuatro servicios de mesa; a la francesa, a la inglesa, a la rusa y el servicio americano.   Servicio de mesa francés durante un capítulo de la serie británica Downton Abbey     SERVICIO A LA FRANCESA A finales del siglo XVIII, durante la revolución francesa, los cocineros de la nobleza tuvieron que abandonar sus trabajos y decidieron abrir sus propios restaurantes, sirviendo la mesa de una manera más sofisticada y elegante, con una atención más personalizada. Surgió así el servicio de mesa francés que, con el paso de los años, se convirtió en un emblema de la gastronomía francesa. Proceso: El camarero se coloca a la izquierda del comensal, presenta la fuente y los cubiertos de servir, y el propio comensal se sirve en su plato. Los primeros en servirse son los invitados, empezando por las mujeres, y terminando con los anfitriones, que se sitúan enfrentados en el centro de la mesa. Este servicio es más lento debido a que los comensales forman parte del proceso. Servicio de mesa francés durante un capítulo de la serie británica Downton Abbey   Disposición de la mesa Se colocan dos platos: uno llano de base y uno de ensalada sobre él. Los cubiertos se disponen desde fuera hacia dentro, en el orden de la comida, separados entre sí por cuatro centímetros, los tenedores a la izquierda del plato y los cuchillos a la derecha de él. En el lado izquierdo, primero el tenedor de pescado y después el de carne; y por el lado derecho siguiendo el mismo orden se colocan cuchara sopera, cuchillo de pescado y cuchillo de carne. Los cubiertos de postre, tenedor y cuchara, se colocan en la parte superior de los platos, el tenedor con las púas mirando a la derecha y la cuchara mirando al lado contrario. Los tenedores se colocan con la punta hacia debajo, las cucharas con la concavidad hacia arriba y los cuchillos con el filo hacia el plato. La servilleta se coloca a la izquierda del último tenedor. El plato del pan, situado por delante de los tenedores, y con un cuchillo de mantequilla sobre él.  Las copas se colocan siguiendo el orden de la comida, de izquierda a derecha, la copa de agua, la copa de vino tinto, la copa de vino blanco, y la copa de champán.        SERVICIO A LA INGLESA  El servicio a la inglesa surge en el siglo XV durante el reinado de Enrique VII de Inglaterra. Las mesas de la nobleza inglesa solían estar muy recargadas, con hasta nueve copas y una gran cantidad de fuentes, cubiertos, palas y pinzas. Con este nuevo servicio se consigue liberar espacio en la mesa puesto que es el sirviente quien presenta y sirve los platos.   Proceso  El camarero se coloca a la izquierda del comensal, sujeta la fuente con la mano izquierda y utiliza la mano derecha para servir. Lo hace con una cuchara y un tenedor, una pala o unas pinzas y sirviendo la misma cantidad a todos los invitados. En el centro del plato se sirve el plato principal, a los lados la guarnición y las salsas se colocan a la izquierda o detrás del plato principal. El camarero retira los platos por el lado derecho. Los primeros en ser servidos son los anfitriones o el invitado de honor, situados en las cabeceras de la mesa. A continuación, el camarero sirve hacia la izquierda en dirección a las agujas del reloj.  Aspirantes a camareros durante una clase de la Escuela de Camareros de Londres en 1934   Disposición de la mesa Se coloca un plato llano de base y encima, un plato de aperitivos. En cuanto a los cubiertos, se colocan desde fuera hacia dentro, en el orden de la comida. Se utilizan tres tipos diferentes, todos separados entre sí cuatro centímetros. Para el plato de entrantes, cuchara, tenedor y cuchillo de mesa; para el plato principal tenedor y cuchillo de carne o de pescado; y para el postre, tenedor y cuchara de postre. Los tenedores se colocan con la punta hacia arriba, las cucharas con la concavidad hacia abajo y los cuchillos con el filo hacia el plato. La servilleta se coloca a la izquierda del último tenedor. El plato del pan, se sitúa por delante de los tenedores, con un cuchillo de mantequilla sobre él. Las copas se disponen en diagonal. La copa de agua se coloca por encima del cuchillo y un poco alejada del invitado, y la copa de vino tinto sobre la cuchara, un poco más cerca del invitado que la copa de agua. La copa de vino blanco a la derecha y un poco más abajo de la copa de vino tinto.         SERVICIO A LA RUSA Existen diferentes versiones que narran el origen del servicio a la rusa. Hay quien dice que fue durante el reinado de Luis XIV, cuando este tenía un sirviente llamado Gueridón, que, debido a su baja estatura, cuando le servía los pasteles, sostenía la bandeja de pie hasta que él hubiese terminado. Otras teorías cuentan que a principios del siglo XIX, el príncipe Alexander Kurakin, ordenaba que los platos se fueran preparando en frente de la mesa donde comía.  Actualmente se denomina gueridón a la mesa auxiliar en la que el cocinero trincha, corta, trocea, rebana, lonchea o flambea la comida, terminando de cocinar los platos para así servirlos recién hechos. El gueridón se coloca a un lado de la mesa y no se mueve durante la preparación. Proceso Tras la elaboración del plato, el cocinero sirve en el gueridón uno por uno cada plato y el camarero lo lleva a cada comensal, empezando por el invitado de mayor importancia siguiendo después el orden correlativo, siendo el anfitrión el último en ser servido. En las mesas con gran cantidad de comensales el cocinero sirve la base el plato en el gueridón y los acompañamientos o ensaladas las presenta el camarero y es el propio comensal quien se sirve. Servicio de mesa rusa (Gueridón) durante la preparación de “canard au sang” en el restaurante La Tour D´Argent de Paris   Disposición de la mesa Se coloca un plato de servicio. Los cubiertos se disponen desde fuera hacia dentro, en el orden de la comida, los tenedores a la izquierda del plato y los cuchillos a la derecha de él. Primero el tenedor de aperitivos, después el tenedor de pescado, y por último el de carne; y por el lado derecho cuchara sopera, cuchillo de pescado y cuchillo de carne. Los tenedores se colocan con la punta hacia debajo, las cucharas con la concavidad hacia arriba y los cuchillos con el filo hacia el plato. Los cubiertos de postre no se colocan en la mesa. La servilleta se coloca encima del plato de servicio. El plato del pan, se sitúa por delante de los tenedores, con un cuchillo de mantequilla a su derecha. Las copas se disponen en diagonal, igual que a la inglesa. La copa de agua se coloca por encima del cuchillo y un poco alejada del invitado, y la copa de vino tinto sobre la cuchara, un poco más cerca del invitado que la copa de agua. La copa de vino blanco a la derecha y un poco más abajo de la copa de vino tinto.      ESTILO DE MESA AMERICANO  Se inspira en el servicio de mesa francés, y cuenta con una serie de modificaciones introducidas por el cocinero francés Auguste Escoffier. Escoffier fue pionero en incorporar el menú a la carta, lo que permitía una rápida preparación de los platos, manteniendo un servicio igual de elegante, aunque más rápido y práctico.  Proceso Este estilo combina diferentes características de los anteriores.Los platos se elaboran y emplatan en la cocina, y el camarero los sirve directamente a cada comensal por el lado derecho.  Se utiliza el servicio inglés para servir los platos de sopa o cremas, por lo que el camarero sujeta la fuente con la mano izquierda y va sirviendo a los comensales con su mano derecha. Para ensaladas o entrantes se utiliza el servicio francés, de manera que el camarero los presenta y cada comensal se sirve.   Disposición de la mesa Se coloca un plato llano de base y encima, un plato de aperitivos. En cuanto a los cubiertos, sólo se colocan inicialmente un tenedor, un cuchillo y una cuchara para los entrantes. Los cubiertos necesarios para los distintos platos posteriores los coloca el camarero antes de llevarlos a la mesa. Los tenedores se colocan con la punta hacia arriba, las cucharas con la concavidad hacia abajo y los cuchillos con el filo hacia el plato. La servilleta se coloca encima del plato de aperitivos. El plato del pan, se sitúa por delante de los tenedores, con un cuchillo de mantequilla a su derecha. Las copas se disponen en diagonal, igual que a la inglesa y a la rusa. La copa de agua se coloca por encima del cuchillo y un poco alejada del invitado, y la copa de vino tinto sobre la cuchara, un poco más cerca del invitado que la copa de agua. La copa de vino blanco a la derecha y un poco más abajo de la copa de vino tinto.        Compartimos la inquietud por descubrir el origen de nuestras tradiciones.La elegancia y calidad en el arte de poner la mesa.

Vajilla Rosario

Vajilla Rosario

UN PROCESO ARTESANAL DE 19 DÍAS Y 10 PASOS

Una colección inspirada en nuestra madre, que lleva su nombre en honor a ella.  Nuestra colección de vajilla Rosario, fabricada para Villa Las Perelli, se produce en pequeñas cantidades en España a través de un proceso tradicional y artesanal que combina el uso de la prensa hidráulica con el trabajo manual del artesano. Está compuesta por diferentes piezas que comparten un diseño inspirado en el pasado. Las piezas de la vajilla Rosario se fabrican para Villa Las Perelli en un taller familiar en España a partir de barro blanco producido en Manises (Valencia) y formulado en Inglaterra. Pellas de barro blanco y sello Villa Las Perelli que el artesano pone a cada pieza una a una   PREPARACIÓN DEL BARRO Para preparar el barro, se extrae el aire de las tortas de barro introduciéndolas en una amasadora, obteniendo así pellas (bloques de barro) de diferentes tamaños que utilizaremos según el tamaño de la pieza que queramos producir.  PRIMER MOLDEADO El siguiente paso es el moldeado de la pieza con la prensa hidráulica. El artesano utiliza una misma prensa hidráulica para la elaboración de las diferentes piezas, cambiando el molde en función de cada una. El molde está compuesto por dos piezas: la pieza hembra se coloca en la parte inferior y la macho en la parte superior. El proceso de cambio de moldes en la prensa puede tarda hasta un día entre su sustitución y limpieza. El artesano realiza este proceso cada vez que cambia de pieza o de tipo de barro. Para obtener el primer moldeado de la pieza, introduce la pella en la pieza hembra del molde. Esta sube hacia arriba aplastando la pella contra la parte superior, generando un sobrante de barro que sale por los lados (rebaba) y retira cuando la pieza inferior baja. La rebaba se acumula en un recipiente para ser reutilizada (se volverá a introducir en el proceso del primer paso). La pieza de barro queda pegada a la parte superior de la prensa. En este momento, el artesano pone a mano nuestro sello en la parte inferior de la pieza. La retira pulsando el pedal que activa el paso de aire del compresor que la despega y deja caer sobre una plancha de madera que sujeta con la mano. Este proceso se repite numerosas tantas veces como piezas se producen en la tirada.   Artesano quitando el sobrante de la pieza prensada (rebaba) y poniéndole el sello antes de retirarla de la prensa   SECADO Una vez moldeadas, las piezas se dejan secar para que se vuelvan más rígidas y poder trabajar con ellas. Se dejan durante dos días en un secadero húmedo, es importante que las piezas no se sequen fuera del secadero y que no estén cerca del calor para evitar que les salgan grietas a la pieza.   Primera forma de las bandejas L de la vajilla Rosario, preparadas para llevar al secadero Artesano introduciendo las bandejas en el secadero húmedo para su primer secado   REPASO Y ALISADO Una vez que las piezas cogen más dureza, el alfarero las repasa a mano una a una. Coloca la pieza sobre una torneta que gira sobre sí misa y con una cuchilla retira el exceso de barro del filo de la pieza. Después alisa la pieza con una esponja húmeda para dejarla lisa y rematada. Zona de repaso donde el alfarero retoca una a una cada pieza con cuchilla, lija y esponja.   SEGUNDO SECADO Una vez retocadas, las piezas se dejan secar de nuevo esta vez en un secadero menos húmedo. La pieza permanece aproximadamente una semana hasta que queda completamente seca. Este tiempo varía en función de la estación del año, tardando más en invierno y menos en verano. PRIMER HORNEADO: EL BIZCOCHO Una vez secas, las piezas se introducen en las vagonetas del horno. El horno de gas es de aproximadamente 2 metros cúbicos y alcanza una temperatura de 1040 grados. Las piezas se cuecen durante 14 horas y después tardan en enfriar 2 días y medio. Obtenemos así los bizcochos, es decir, las piezas de barro cocidas listas para esmaltar. Bizcochos (piezas tras el primer horneado) de la bandeja L nuestra colección Rosario   ESMALTADO Antes de esmaltar las piezas, se revisa una a una que no tengan ninguna imperfección. En caso de que haya que retocar alguna pieza, el alfarero lija la zona muy suavemente con una lija fina y una esponja bien escurrida. Una vez listas para esmaltar, prepara bien la mezcla del esmalte con agua removiendo con una paleta o batidora para que quede bien líquido. Sumerge la pieza en esmalte sujetándola con unas pinzas de esmaltado y se mantiene un segundo o varios dependiendo de la pieza. Se saca y se deja escurrir un poco, y se coloca es una estantería para dejarla secar. La pieza tarda unas horas en secarse. Una vez seca, se retira el excedente de esmalte de la parte inferior. Esta fase es muy importante porque si la parte de la pieza que va a apoyar en el horno tiene algo de esmalte, la pieza se quedarapegada a la placa del horno. SEGUNDO HORNEADO Una vez retirado el esmalte de la parte inferior, se introduce de nuevo la pieza en el horno con mucho cuidado para que las piezas no se toquen entre ellas porque sino se quedarán pegadas. Las piezas se cuecen a 950 grados durante 7 horas. El tiempo de enfriamiento es de aproximadamente 12 horas.   Cada pieza de nuestra vajilla Rosario tarda un mínimo de 19 días en fabricarse y pasa por 10 pasos diferentes: preparación del barro, colocación de los moldes en la prensa, elaboración de las piezas en la prensa, primer secado, retoque y alisado, segundo secado, primer horno, retoque y esmaltado, segundo horno y último secado.